miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cuerpo, juegos de verdad y “cuidado de sí” en Foucault

¡Abramos algunos cadáveres!
Cuerpo, juegos de verdad y “cuidado de sí” en Foucault
Arturo Gutiérrez Luna
Posgrado en Filosofía, Centro de Investigación en Docencia y Humanidades del Estado de Morelos, CIDHEM, México.



Resumen
El poder pastoral sobre el cuerpo domina el horizonte de la discusión e interviene en el cuerpo pretendiendo castigarlo, exhumarlo, salvarlo. Foucault se cuela por el intersticio de la crítica y propone estudiar a ese tipo de individuo cartesiano, racional, calculador, regular, previsible que camina paulatinamente hacia el nihilismo. Se trata del individuo normalizado, moldeado según las exigencias de un biopoder siempre más globalizante y omnipresente.
Este filósofo francés propondrá comprenderlo como un individuado cruzado por las relaciones de poder / saber en las cuales, asimismo, están atrapados los prisioneros, los enfermos, los alumnos, los soldados y toda la población. Según esta perspectiva, el saber, la verdad y la razón no tienen autonomía, sino que se asume que son producto del poder. ¿Y el cuerpo? Abramos algunos cadáveres.
En Historia de la Sexualidad, tomo III, el pensador francés trastoca su investigación en proceso y da lugar a la discusión del cuidado de sí en su relación específica con el cuerpo, con el poder y, lo que desde ese momento, llamará los juegos de verdad.
Palabras claves
Poder pastoral, cuerpo, juegos de verdad, cuidado de sí, Foucault.






1. Introducción

Las cosas en sí mismas, que solamente los limitados cerebros de los hombres consideran fijas y estacionarias, no tienen existencia real, en absoluto. Son destellos y chispas de palabras dibujadas, el brillo de la victoria en el conflicto de categorías contrarias.
Nietzsche

El pensamiento de Foucault ha posibilitado diagnosticar las coordenadas de nuestra perplejidad respecto del cuerpo. Nuestras dudas e incertidumbres no nos paralizan más; han sido mejor situadas de manera que hoy entendemos un poco mejor dónde estamos y la acción de resistencia en la que podemos convenir el individuo, es decir, tú, yo, nosotros, todos.

2. Desarrollo

El poder pastoral sobre el cuerpo sojuzga el horizonte de la discusión, atraviesa, marca e interviene en el cuerpo pretendiendo castigarlo, exhumarlo, salvarlo. No te creas inmune; conjeturo que el poder afecta el cuerpo mío, el tuyo, el de los presentes y los ausentes y que algo se puede hacer al respecto, con la ayuda de san Foucault.
La crítica aparece en el horizonte y desestabiliza nuestras certezas. La crítica nos resulta imprescindible, vital y vivificadora. Foucault abreva en los filósofos griegos para proponernos una posible salida la dominación pastoral. Apenas si se recuerda que ciertos griegos lo pensaron todo. La acuciosidad con la cual promovieron la reflexión resulta no sólo abundante, sino, ante todo, abrumadora y crítica. Resalta la extraña sabiduría y la itinerante certeza con que dieron en el blanco de las interrogantes.
De ahí que Foucault se cuele por el intersticio de la crítica y se proponga estudiar a ese tipo de individuo cartesiano, racional, calculador, regular, previsible que camina paulatinamente hacia el nihilismo. Se trata del individuo normalizado, moldeado según las exigencias de un biopoder siempre más globalizante y omnipresente.
Este filósofo francés propondrá analizarlo como un individuado cruzado por las relaciones de poder / saber en las cuales, asimismo, están atrapados los prisioneros, los enfermos, los soldados, los profesores, los investigadores, los alumnos, y toda la población. Según esta perspectiva, el saber, la verdad y la razón no tienen autonomía, sino que se asume que son producto del poder.
“El cuerpo –escribe Foucault en Vigilar y castigar- sólo se convierte en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido.” Afirmar lo anterior significa “decir que puede existir un “saber” del cuerpo que no es exactamente la ciencia de su funcionamiento, y un dominio de sus fuerzas que es más que la capacidad de vencerlas: este saber y este dominio constituyen lo que podría llamarse la tecnología política del cuerpo.
Indudablemente, esta tecnología es difusa, rara vez formulada en discursos continuos y sistemáticos; se compone a menudo de elementos y fragmentos, y utiliza unas herramientas o unos procedimientos inconexos.
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La analogía del muro propuesta por Deleuze destaca que Foucault considera que está el poder, pero, ante todo, que se halla en nosotros la posibilidad de resistirle. Ambos términos se asumen por parte de Foucault, como implicados en estas relaciones de los individuos.
Ejercicio del poder que nos incluye a todos, que nos trastoca y nos conmociona en la medida en que los sueños se truncan y las esperanzas son Lo que significa la sentencia “En todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce” es que el poder está entre nosotros y aparece como ejercicio, asimilado, en el cual nos imbuimos sin darnos cuenta.
Verdad y razón convergen así en práctica de verdad que determinarán a las cosas a su alrededor. Al confinar a la locura, a la enfermedad y a lo “contaminado”, se limita a la razón a su supuesta libertad. El Grupo de Información Prisiones es una clara muestra de resistencia al poder “que está en el viento.”
De esta forma, los juegos de verdad aparecen en calidad de modificación sobre la marcha en estado puro y sin interferencias, se sucede en el calor de los hechos objetivos y separados del hombre y contra el hombre, el cuerpo y el enfermo, del soldado, del estudiante u obrero. ¿Cómo llegó a suceder? Echemos mano del método empleado por Foucault, según el cual:
Pensar arqueológicamente es investigar lo que hace posible una cierta forma de conocimiento, implica una excavación de sedimentos del pensamiento que se han ido organizando inconscientemente. Se trata de excavar para arrojar luz sobre las condiciones de posibilidad del presente.
A partir del siglo XVIII, ese espacio en el que comunicaban médicos y enfermos, fisiólogos y practicantes, sufre un corte, ocurre un desplazamiento, aparece el enfermo convertido en precursor sospechoso a enjuiciar, dobladura a hacer desaparecer, anormalidad a corregir. Desde entonces, dolor y enfermedad son conjurados por un saber cuya realidad se constituye en el entrecruzamiento de manifestaciones, síntomas, represión y miradas.
Los cuerpos en este contexto, comparecen ante la mirada clínica y se transforma también la economía del lenguaje. El enfermo es amordazado; ya no se expresa, de él se habla, de su cuerpo observado, controlado, intervenido. Predomina el imperio del habla médica sobre el enfermo. Así irrumpirá en el horizonte un cambio igualmente dramático: la medicina irrumpirá en el mundo de los sanos; se insertará tanto que pretenderá establecer normatividad, modos de vida.
Se vuelve normativa, nos ordena y da consejos, ordena y controla, estableciendo el perfil del hombre actual “que debe gozar de cierta felicidad orgánica, achatada, sin pasión y musculosa, que se inserta en pleno derecho en el orden de una nación, el vigor de los soldados, la fecundidad de su pueblo y la marcha paciente de su trabajo.”
Sin embargo, es posible teorizar el cuerpo en su relación con el individuo que se asume como posibilidad, como arte de sí, que se funda a sí mismo en cada acto como individuo en transformación.
Foucault enfatiza en la posibilidad de transformación del individuo, al contrario de Heidegger, quien afirmara que el dasein es proyecto inacabado, quien con su muerte se realiza, sin poder hacer nada, pero eso sí, contento de saberlo.
La enkratia no constituye una virtud especial, sino, como dice Xenofonte, la base de todas las virtudes, pues equivale a emancipar a la razón de la tiranía de la naturaleza animal del hombre y a estabilizar el imperio legal del espíritu sobre los instintos.
¿Y el cuerpo? Abramos algunos cadáveres. No es casual que pasaran varios años entre la publicación de los sucesivos tomos de la obra Historia de la Sexualidad. Existe un verdadero salto conceptual y categórico entre uno y otro tomo, especialmente en relación con el tercero. Debió ajustarse en sus alcances; era pertinente revisar sus postulados. De ahí que se advierta cierto cambio de rumbo. Ello es recordado por Deleuze: Habrá que desmontar a la teoría de su pedestal y bajarlo a la calle; ahí donde la práctica se sucede. Que en esa práctica se prueben los pensamientos, que en la cotidianeidad brillen las ideas que nos incluyen, nos liberten, con las cuales es posible resistir en luchas locales, no totales contra el poder ahí donde es más invisible y más insidioso.

3. Conclusiones

Lo expresó con claridad Foucault en Historia de la Sexualidad, tomo III, donde el pensador francés trastoca aquella investigación en proceso y da lugar a la discusión del cuidado de sí en su relación específica con el cuerpo, con el poder y, lo que desde ese momento, llamará los juegos de verdad.
Hay que entender aquí prácticas reflexivas y voluntarias por las cuales los hombres, no sólo se dan reglas de conductas, sino que buscan transformarse ellos mismos, modificarse en su ser singular, y hacer de su vida una obra que lleve a ciertos valores estéticos y que responda a ciertos criterios de estilo.
Esta idea del cuidado de sí consiste en que seamos creadores de nuestra resistencia al poder en cualquiera de sus enmascaramientos; lo que resulta de ello es que asumamos la vida de cada uno de nosotros como proyecto de vida. Que estemos dispuestos a convertirla en una obra de arte, dimitiendo de asumirnos como producto de la mercadotecnia.
En Foucault, no se intentará más depender del intelectual; ni de que sea él quien nos resuelva todo. Con ello sólo se consigue una extraña suplantación de nosotros mismos y con cuya reproducción somos cómplices. Aparece entonces una sutil vuelta de tuerca conceptual, mediante la cual se afinará la discusión. En ese sentido, se trata de tomar el toro por donde se pueda, de hacer algo, por ejemplo, disentir, dudar, preguntar, cuestionar, ante quien nos habla, de quien dice representarnos; se trata de pedir cuentas, de hacernos responsables de nuestros actos, y de nuestros cuerpos, pese a las arduas debilidades y autocomplacencias.
Eres, tú, yo, nosotros, somos sin saberlo, posibilidad de obra de arte en nuestras propias manos.
¡Muchas gracias!

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