sábado, 27 de marzo de 2010

Algunas ideas e imágenes en torno a la representación del cuerpo

El siguiente texto fue presentado como conferencia en el ciclo “Variaciones sobre el cuerpo”. La autora nos cedió cordialmente el escrito que guiaba su exposición, de manera que es nuestra culpa el atrevernos a compartirlo sin el cuidado editorial correspondiente y sin las imágenes a las que hace referencia. Pedimos al lector imaginación y que navegue para tener las referencias citadas.


Algunas ideas e imágenes en torno a la representación del cuerpo

Daiset Ruiz Sarquís Mtra. Historia del Arte
18 de noviembre, 2009.
Para “Variaciones sobre el cuerpo”



¿Por qué hablar del cuerpo?, ¿De qué sirve reflexionar acerca del cuerpo como objeto, sujeto o concepto?
El filósofo Gilles Deleuze, en su texto “La lógica de la Sensación” hace un análisis de la obra del artista Francis Bacon. Le interesa cómo en las manos del pintor, a quien Deleuze llama el carnicero, el rostro desaparece privando al cuerpo de cualquier identidad; los huesos desaparecen privándolo de estructura, el cuerpo humano se convierte en cuerpo-animal, puramente instinto, y este devenir animal se convierte en cuerpo-carne.

La Figura siendo cuerpo, no es rostro….es espíritu animal, espíritu animal del hombre….El cuerpo (animal) solo se revela cuando deja de estar sometido por los huesos, cuando la carne deja de recubrir los huesos, cuando existen uno por otro, pero cada uno por su lado, los huesos como estructura material del cuerpo, la carne como material corpóreo de la Figura….. La pieza de carne no es una pieza muerta, ha conservado todos los sufrimientos y cargado con todos los colores de la carne vida….el hombre que sufre es una bestia, la bestia que sufres un hombre, y este es pieza de carne.

En definitiva el cuerpo es un tema muy seductor, sin embargo parecería que no sirve de nada reflexionar en torno al cuerpo. Los preceptos y las suposiciones cambiarán pronto y habrá que plantearse nuevamente el esquema de partida. Otra razón por la cual parece un ejercicio inútil es que al final de nuestro proceso reflexivo, suponemos que entendemos, suponemos que sabemos, que algo nos pertenece, una nueva luz. Quizá aquello que sentimos aprender, no es más que un reflejo de lo que ya era nuestro.

El cuerpo es primordialmente orgánico y por lo tanto, perecedero, dócil, flexible, y así un tanto etéreo: por que el cuerpo de hoy no será el mismo que el cuerpo de mañana, en ninguna circunstancia. El concepto del cuerpo es igual de orgánico que su objeto de estudio y por ello se le ha llamado, concepto nómada, errante, inasible. Así que la ironía se encuentra en que la naturaleza misma del cuerpo, nos impide pretender llegar a una solución, o concebir una última verdad, cuando lo estamos pensando.

Partamos entonces de la idea de que esta reflexión no tiene ningún sentido y por lo tanto entra en el terreno del ocio, ejercicio que ha perdido su reputación a lo largo de la historia, y sin embargo es determinante para la descripción de la vida de todo ser humano. Hagámoslo por el gusto de hacerlo quizá por que cualquier otra intención podría ser pretenciosa o mal intencionada, y adentrémonos, por que el terreno del arte nos lo permite, en el tan temido ejercicio de la interpretación subjetiva.

DIAPOSITIVA 1:
Pensar en cuerpo parece ayudarnos a percibir temas ya muy revisados con una nueva óptica. Temas como el poder, la violencia, el género, el problema de la representación, la cultura visual en la que vivimos, pero sobre todo la construcción del sujeto, la construcción del ¨yo¨, adquieren nuevas dimensiones al someterlas frente al cuerpo. Y este a la vez, inmediatamente se convierte en metáfora de los parámetros de una sociedad, en materia impactada reveladora de sistemas, el soporte donde se dan los devenires de nuestra cultura.

DIAPOSITIVA 2:
Por ello pretendemos visitar al cuerpo como él lugar: cuerpo-espacio, espacio en dónde ocurre todo aquello que atraviesa nuestro universo tanto privado como público, y por lo tanto un cuerpo en espera del suceso. Como lo describe la teórica Susan Bordo:

DIAPOSITIVA 3:
El cuerpo, aquello que comemos, cómo vestimos, los rituales cotidianos a través de los cuales atendemos al cuerpo, son un medio de cultura…. El cuerpo es una poderosa forma simbólica, una superficie sobre la cual las reglas centrales, las jerarquías, e inclusive los compromisos metafísicos de nuestra cultura, son descritos y reforzados a través del lenguaje concreto del cuerpo.

EN BLANCO:
El concepto del cuerpo se ha revisado en los últimos años no únicamente en el ámbito filosófico, también en el antropológico, sociológico y psicológico, entre otros. Sin embargo, Susan Bordo en el ensayo de donde proviene esta cita, “El cuerpo y la reproducción de la feminidad”, trae a la luz una nueva reflexión en donde el cuerpo no es tomado como metáfora, si no como materia, materia corpórea en concreto, como ella la llama: materia-superficie.

Esta manera de pensar acerca del cuerpo es quizá menos tramposa, pues nos enfrentamos al cuerpo-humano, ya no al cuerpo-concepto que se ha utilizado como metáfora, explicando temas que usan principalmente sus cualidades corpóreas (1).

El cuerpo del que aquí se habla es un cuerpo en donde las jerarquías de sus partes importan, la cara, las extremidades, los genitales, deben ser tomados en cuenta y descritos no como signos, sino como presencias. En palabras del filósofo Gilles Deleuze:
El cuerpo no es más que el ensamble de válvulas, vasos comunicantes y cámaras de aire, es como un huevo dentro del cual las sustancias circulan en un espacio intensivo y silente.

Para Merleau Ponty, filósofo fenomenólogo, el cuerpo se ubica en el centro del ejercicio de la percepción: (The Pri­macy of Perception 1976)

…restablecer las raíces de la mente en su cuerpo y en su mundo, en contra de las doctrinas que consideran la percepción como un simple resultado de la acción de las cosas externas sobre nuestro cuerpo, así como contra aquellos que insisten en la autonomía de la conciencia (…)Lejos de ser meramente un instrumento u objeto en el mundo, nuestros cuerpos son los que nos dan nuestra expresión en el mismo, la forma visible de nuestras intenciones.

Significamos el mundo a través de nuestro cuerpo, no solo percibimos dependiendo de la relación del cuerpo con respecto del otro, también nos percibimos a nosotros mismos como resultado de esta correlación. Nuestro cuerpo se convierte en el contenedor del yo-concebido, el espacio donde habita el individuo.

A lo largo de la historia de la representación encontramos ejemplos de este quehacer, las alegorías son cuerpos de mujer que representan justicia, libertad, etc.: lo abstracto, que debe ser entendido y asimilado, se convierte en cuerpo de mujer. Por otro lado, también observamos cómo la imagen del cuerpo, se va transformando dependiendo de los valores normativos del momento. De ahí que digamos que el cuerpo-representado funciona como directo foco de control. Como lo define Michel Foucault, cuerpo-dócil, fácilmente regulado y habituado por las reglas de la vida cultural.

3 IMÁGENES EL RAPTO DE LA SABINAS
En la historia de la representación podemos situar al cuerpo como modelo del yo: no solo experimentamos a través de él, si no que somos experimentados por medio de este. Así, con la imagen oficial del cuerpo como guía, nos inscribimos en un proceso de auto-modificación, una constante aspiración hacia lo que no soy, nuestros cuerpos son sometidos a violentas prácticas aceptadas como necesarias a favor de la construcción de un nuevo sujeto, sujeto en proceso nunca logrado que convierte a nuestros cuerpos en cuerpos-carentes y constantemente deseosos e insuficientes.

EJEMPLO: ANOREXIA, agorafobia, bulimia, FATIGA CRÓNICA, deseabas dependencia, deseabas debilidad…..ejemplo de los excesos de estas prácticas transformadoras.

Pero existen otros ejemplos en la historia de la representación, aquellos que como los personajes de Francis Bacon, buscan una salida tanto formal como de contenido para representar ya no la norma, si no un cuerpo devenido que a pesar de su inmovilidad, por haberse creado como obra fija, busca cualidades corpóreas, perecederas, flexibles, etc. ¿Qué constituiría en la historia del arte visual un cuerpo sin proyecto, sin deseo pero sí de posibilidad? A estos se les puede llamar los cuerpos en rebeldía:

EJEMPLOS:
El género del Surrealismo tuvo algunos intentos drásticos por desaparecer al cuerpo que ya había perdido su cualidad corpórea. Intentaron algunos crear cuerpo en libertad alejados de la hegemonía y el monopolio de la representación.
Podríamos ver como ejemplo de ello, una pequeña escultura de la artista surrealista Meret Oppenheim (1913-1985), titulada Braeakfast in Fur / Desayuno en pieles (1936). En esta pieza Oppenheim toma un objeto de la vida cotidiana, del espacio doméstico de lo que ella concibe como mujer privilegiada de la época: un juego de té, una taza de porcelana sobre su plato y una cucharita, que posteriormente cubre de piel animal impidiendo al espectador ver la textura del material original y creando así un nuevo objeto bizarro que resignifica a aquel.
Breakfast in Fur ha sido vista como un intento por traer a la discusión de lo erótico en el arte, el tema de los actos humanos sexuales inútiles o mejor dicho, no reproductivos: de la humedad, del acercamiento de la lengua para lamer los labios de la vagina de una mujer, cualquier mujer. La taza siendo un contenedor de líquido que se dirige hacia la boca para que ese líquido sea ingerido, los pelos de la piel del animal que cubre la porcelana como un referente directo al vello púbico. La escultura ha sido interpretada como una forma de hablar de una práctica sexual que corresponde específicamente al cuerpo de la mujer: el sexo oral vaginal.
Si Meret Oppeheim hubiera optado por representar el desnudo de un hombre para hablar sobre las prácticas sexuales de la mujer y su deseo (2) , se habría adscrito a la dinastía del discurso representativo del cuerpo de la historia (3) de lo erótico heterosexual-masculina. Difícilmente habría podido entonces, encontrar este nuevo cuerpo-espacio para hablar con libertad y desde otro sistema acerca de la sexualidad de la mujer, y más aun acerca del cuerpo como proceso activo de encarnación de los deseos del otro (4). Pareciera que de manera consiente e intencional, la artista cubre la porcelana blanca que pudiera recordarnos la pureza de la representación del cuerpo de la mujer, para crear una superficie áspera y en su totalidad púbica. Cuerpo-objeto, mujer-objeto sin duda y como muchas otras veces, sin embargo desde la escultura como metáfora de lo erótico abstracto y ya no figurativo, impuro y vulgar y ya no higiénico y estéril, pelo animal que sustituye a la piel blanca de la mujer. El ejercicio artístico desde este lugar, se convierte en un intento por encontrar nuevas formas de tratar el tema de la sexualidad y el cuerpo partiendo de la búsqueda de un espacio de transgresión del decir masculino para ejercer un decir desde la subjetividad del creador.

CLAUDE CAHUN
Una de las primeras prácticas violentas que ejerce la sociedad ante el cuerpo es la imposición, personificación y simbolización de un género, hombre-mujer, que no deja cabida a la ambigüedad o a la diferencia. Por lo tanto un cuerpo carente de género, el cuerpo andrógino que sugiere no ser hombre, ni mujer, puede ser concebido como un espacio de transgresión pues permanece en espera de ser.

En las imágenes que Claude Cahun realiza de ella misma, la androgínia sugiere un estado perene de incertidumbre. El desdoblamiento de su propio rostro busca en si mismo el otro referente, un referente sin identidad, ni suscripción, otorgando al estado del ser dentro de este cuerpo andrógeno, un estado sin solidez, ni identidad.

A diferencia de Meret Oppenheim el cuerpo en Claude Cahun es un cuerpo que se hace presente por medio de registro en imagen, de la memoria, a diferencia del cuerpo de Meret Oppenheim que aparece únicamente representado. Sin embargo en ambos se involucra la invocación como principal herramienta para hablar sobre un cuerpo no finito caracterizado por el estado de posibilidad. A pesar de surgir de una tradición como lo es la historia del arte, en la que el cuerpo carece de cuerpo para poder convertirse en la norma de su representación, un cuerpo eterno, finito, sin espera de suceso y por lo tanto sin deseo, ambos cuerpos emprenden una búsqueda de la corporeidad.

Es urgente volver a percibir al propio cuerpo como cuerpo, investigando, y descubriendo todas sus cualidades. Gracias a una cultura atiborrada de imágenes controladas, nuestro cuerpo se ha convertido en soporte para un proyecto cruel de mejoramiento indiscutiblemente destinado al fracaso, pues el interés principal de este este, radica en percibirnos como cuerpos carenciales, sin completar que requieren de una dedicación constante, y así percibimos a nuestro cuerpo como cuerpo-parte. Un

cuerpo que al dar cualquier indicio de su corporeidad es atacado en un intento por someter sus cualidades perecederas, prevenir a como de lugar que sea impactado por el tiempo. (El cuerpo en nuestros días no puede enfermar, ni envejecer.)
Quizá la reflexión que hace Rosario Castellanos en torno a la naturaleza del ejercicio artístico, podamos traducirlo al ejercicio de vivir en un cuerpo:
Invita más a sentirse temeroso, anhelante, preocupado por la incertidumbre de no acertar con los medios indispensables para realizar el propósito, siempre nebuloso y siempre ambiguo.

(1) Como es el caso del concepto de cuerpo sin órganos del filósofo Gilles Deleuze.
(2) Como lo hacen inclusive los surrealistas del mismo movimiento al que pertenece Oppenheim, e inclusive las mujeres artistas del mismo.
(3) Michel Foucalt, Las palabras y las cosas, trad. Elsa Cecilia Frost, Siglo Veintiuno Editores, S.A. de C.V., Madrid España, p. 207
(4) Judith Butler, Op. Cit., p. 298.

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